Marta acababa de cumplir dieciocho años, creía que ya lo sabía todo, se sentía adulta. Jorge, un chico de pelo rizado, rubio, guapo, con un cuerpo estupendo esculpido por el deporte, tenía cinco años más que ella y como se dice vulgarmente, le daba veinte vueltas. De hecho, había estado interno en un colegio en Madrid y, con dieciséis años, había tenido una amante, no creo que sea correcto llamarla novia, que le sacaba veinte años. Ella iba a por el al internado los fines de semana que Jorge no volvía a Valencia con sus padres y se lo llevaba a su casa haciéndose pasar por su tía, según el, se lo había enseñado todo.
Llevaban saliendo juntos casi un año, se veían a diario de lunes a jueves y algunos fines de semana, ya que casi todos los viernes Jorge se iba a Cullera, a pasar el fin de semana navegando, su gran pasión era el windsurf y daba igual que hiciera frío o calor, verano o invierno el se iba y Marta lo aceptaba.
Ella tenía carné pero no tenía coche, ella estudiaba. El tenía coche y una moto de gran cilindrada, trabajaba de interino en el ayuntamiento de Valencia, el nunca le dio la más mínima señal de que quisiera que le acompañara a Cullera el fin de semana, ella habría ido de buen grado, aunque si iban los jueves, después de ir al cine, al apartamento que los padres de Jorge tenían allí, el dejaba que condujera Marta, mientras, se liaba un porro, se tiraba el asiento hacia atrás y se lo fumaba, luego llegaban al apartamento, hacían el amor, charlaban, se reían, a veces discutían, nada importante y volvían a Valencia.
Así transcurría su relación, Marta estaba muy enamorada y creía, estaba convencida, de que era correspondida. Entre semana solían quedar en Zorba´s, un bar en una zona de moda en Valencia, hablaban, se besaban, incluso las tardes de invierno ellos estaban en la terraza de Zorba´s, embelesados, el frío no les afectaba.
Un sábado de verano Marta había salido con su grupo de amigos de fin de semana, ellos tenían coche y a alguien se le ocurrió ir a Cullera a tomar unas copas por la zona de pubs y luego a la discoteca, la idea a Marta le pareció estupenda, se acordó de Jorge, pero estaba acostumbrada a no verlo el fin de semana y la idea surgió expontaneamente, así que no se le pasó por la cabeza llamarle, además, era tarde y Jorge ya no estaría en el apartamento, no podía avisarle, si hubiera ocurrido hoy, le habría llamado al móvil o enviado un mensaje y nada de lo que sigue hubiera pasado, pero, entonces, no había móviles.
Al llegar a Cullera dieron una vuelta por la zona del centro del pueblo, en una sola calle se concentraban casi todos los pubs, con sus respectivas terrazas, y se sentaron en una de ellas a tomar una copa, de repente Sara dijo:
- Marta, no es ese tu novio.
Marta se volvió y vio a Jorge, en ese preciso momento Jorge beso a la chica que tenía a su izquierda y Marta se quiso morir, todos habían visto lo mismo que ella y se habían dado cuenta de lo que eso significaba, Marta temblaba, estaba tan nerviosa que no le salían las palabras, quería llorar pero tampoco asomaban las lágrimas a sus ojos, tomó la copa que le habían servido minutos antes en sus manos y se la bebió de un trago, todos esperaban la reacción de Marta pero nadie se atrevía a decir nada y Sara rompió el silencio.
- Vamos a saludarle.
Marta se rió, era una risa nerviosa, seguía temblando, su corazón latía tan fuerte que creía que se le iba a salir del pecho, pero cogió a Sara de la mano y se levantaron hacia la mesa donde estaba Jorge en la terraza del local contiguo, como podréis imaginar todos estaban pendientes de lo que iba a pasar.
Jorge, no la había visto llegar ni se había percatado de su presencia y cuando ella se acercó y le puso la mano en el hombro se quedó blanco.
- ¿No nos vas a presentar? dijo Marta mirando a la chica que estaba con el.
En la mesa estaba también Raúl, el mejor amigo de Jorge, a quién Marta conocía muy bien y otra chica, Marta no la conocía, se moría de ganas de saber quien era la que estaba besando a su chico y que explicación le iba a dar Jorge al respecto, pero se quedó con las ganas. Era tan tensa la situación que si hubiera caído un vaso al suelo todos habrían dado un salto. El, nervioso y sin levantarse de la mesa, contestó:
- Marta, Mercedes, Mercedes, Marta.
Y Mercedes se levantó para darle dos besos a Marta, Jorge seguía sentado, Marta los hubiera ahogado allí mismo, a ella y a el, pensaba montarle una escenita, pero se retuvo, era un día caluroso de verano y ella seguía temblando, el no hizo ademán de querer seguir con la conversación y Marta volvió a su mesa, - me alegro de verte, le dijo mientras Marta se alejaba. Marta rompió a llorar al llegar a su mesa con Sara, sus amigos la intentaron consolar lo mejor que pudieron, Marta no quería seguir allí, viéndolos, a pesar de que, ahora, Jorge ninguneaba a Mercedes y seguía nervioso, de hecho todos lo estaban, nerviosos e incómodos, así que Marta y sus amigos decidieron irse a la discoteca.
Pero el destino aun le guardaba una sorpresa a Marta. Gracias a sus amigos Marta parecía estar divirtiéndose, lo intentaba, pero en Cullera solo había una discoteca de moda y Jorge debió pensar que Marta se habría vuelto a Valencia. Entonces ella le vio, allí estaba con Mercedes, Raúl y la otra chica, ahora el si la había visto, pero ni la saludó.
Media hora después, Marta, cansada de hacer como si no pasara nada se fue directa hacia Jorge.
- podemos hablar, le dijo.
Se apartaron lo suficiente para que nadie les viera y Marta, con lágrimas en los ojos le preguntó.
- ¿Quién es esa?.
- Mi novia.
- ¡Tu novia!, ¿tu novia no soy yo?.
- Yo nunca te he engañado, nunca te prometí nada, estoy con ella desde hace años, cuando te conocí lo habíamos dejado, pero ahora hemos vuelto.
- ¿Habéis vuelto?, podrías habérmelo dicho, ¿que quiere decir eso de "nunca te prometí nada"? ¿acaso hace falta prometer que no me vas a engañar?, si estas con otra persona ¿no debería saberlo?
- Yo nunca te prometí nada, repitió.
- No tienes razón, me has hecho mucho daño.
Ya no pudo decir nada mas, se fue llorando, las palabras de Jorge sonaban en su cabeza "yo nunca te prometí nada", estaba indignada, Jorge le ponía los cuernos y encima se lo explicaba, le hacia ver que la culpa era suya, por creerse que eran novios, ¿acaso no lo eran? No alcanzaba a comprender que quería decir, exactamente, "yo nunca te prometí nada".
Después de aquello Marta no volvió a saber de el, después de muchas noches llorando, casi había logrado olvidarle y unos meses después Jorge volvió a llamar, - ¿quedamos para un cine? le dijo, era jueves.
Y quedaron, y fueron al cine y luego fueron a Cullera a lo que ya os imagináis, la muy tonta ni le preguntó si seguía con Mercedes, el viernes Jorge se fue a navegar, a Cullera, como siempre, y no volvió a llamar hasta el jueves siguiente, la historia se repitió un jueves tras otro, al cine y a Cullera, al apartamento, así estuvieron un par de meses hasta que a Marta, pobre infeliz, se le ocurrió preguntar si aun seguía con Mercedes, el le dijo que si, y ella, aquella frase seguía sonando en su cabeza "yo nunca te prometí nada", le pidió explicaciones, ¿acaso no sabía ya la respuesta?.
A el no le parecía estar haciendo nada malo, al fin y al cabo, nunca le prometió nada, y se lo hizo saber, - tu y yo estamos bien así, le dijo, Marta contestó, - tu estas bien, pero yo estoy atrapada en una relación que no me lleva a ninguna parte, no puedo salir con nadie pues estoy contigo y yo no soy como tu, - tu misma, le dijo el. ¿Tu misma?, pensó Marta, ¿tu misma? sus respuestas le dejaban sin palabras, pero esta vez le contestó.
- No quiero que me vuelvas a llamar, no quiero volver a verte, cuando tengas ganas de echar un polvo te buscas a otra por qué yo, paso. Esta situación me hace daño.
Jorge no intentó convencerla, la llevó a casa y se despidió, no volvió a llamarla ... hasta que un jueves, sonó el teléfono.
- ¿Hace un cine?
- No.
- Por los viejos tiempos.
- No.
- ¿Venga?
- Pero solo vamos al cine, no pienso ir a Cullera.
- Vale.
La recogió en casa y fueron al cine, al salir del cine, subieron al coche y Jorge en vez de llevar a Marta a casa, se dirigió a la suya, en Valencia, sus padres no estaban, era verano y se habían ido a Cullera, subieron a pesar de la negativa, no muy convincente por lo visto, de Marta, solo a escuchar música, le dijo el y ella subió.
Llegaron a su casa y pasaron directamente al cuarto de Jorge, allí tenía el equipo de música, puso a Tom Petty, a Jorge le encantaba Tom Petty, de hecho era la música que ponía siempre que iban a Cullera mientras fumaba, se tumbaron en la cama y el empezó a acariciarla y besarla, ella no quería acostarse con el, le decía que no, pero le besaba, varias veces le dijo que no, pero de palabra pues sus actos la delataban, seguía muy enamorada, no había podido olvidarle, a pesar de lo lista que se creía, nunca se había enamorado tanto como para dejarse engañar una y otra vez, había tenido dos novios antes, dos relaciones castas, con chicos de su edad, pero Jorge había conseguido engancharla, habían viajado juntos a Madrid, a Torrevieja, conocía a sus amigos, le había acompañado a "pillar" costo, a pesar de que ella no fumaba, habían pasado muy buenos momentos juntos antes de saber de la existencia de Mercedes, eran novios, o eso creía ella, y allí estaban, el intentando hacerle el amor y ella intentando vencer a su corazón con la razón, entonces Marta rompió a llorar, los besos sabían a sal y el se dio cuenta de lo que estaba pasando, no debía ser tan mala persona, pues si hubiera querido habrían hecho el amor, pero algo debió pasar por su mente, a lo mejor el también la había querido, y dejo de besarla, se apartó de ella y le dijo.
- Vamos, te llevo a tu casa.
Marta se enjuagó las lágrimas y asintió, el la dejo en casa, aun le dio un beso, un beso largo y suave en la boca que fue correspondido, no volvió a llamarla jamas.
Lisy.