lunes, 19 de diciembre de 2011

Nada que perder ...

Parafraseando a E. Punset y al hilo de los últimos acontecimientos acaecidos en mi vida quiero dejaros un  par de reflexiones:

1.- ¿Por qué se nos hace tan difícil expresar lo que realmente sentimos? ¿Por qué nos cuesta tanto demostrar lo que sentimos? Vivimos en una cueva, una prisión que nos hemos impuesto a nosotros mismos, por pura protección, pero ¿para protegernos de qué? 

2.- ¿Por qué no somos capaces de apostar por algo por simple intuición? ¿Qué es lo peor que nos puede pasar?

Pues la respuesta es obvia: por miedo. Miedo al rechazo, miedo a sufrir de nuevo, miedo a perder ese rinconcito cuasi perfecto que nos hemos construido, lejos de todo peligro. El miedo a fracasar de nuevo es el que nos cierra las puertas a nuevas experiencias que si en principio, es cierto, nos pueden crear incertidumbre, no es menos cierto que si no nos lanzamos nunca sabremos el resultado y quizá, solo quizá, nos sorprendan gratamente.

Y es ahí donde yo digo ¿y por qué no? No hay nada que perder ...


Nada que pueda perder
que no pueda ser
que no pueda amar
que pueda soñar

Nada. Zoe & Bunbury.