lunes, 2 de enero de 2012

De qué huyen los besos ...


De los gritos y de los cronómetros,

del exceso de perfume o maquillaje,

los besos huyen de las órdenes y la impaciencia,

de las noches que se vuelven tristes de pronto.

A veces se asustan del ajo, 

como los vampiros, y de la cebolla;

del miedo se asustan casi siempre.

Los besos huyen

de las mentiras, de la repetición desmesurada, 

de esos días en los que todo sale mal.

Ah! y al contacto con los celos, 

son retráctiles como los cuernos del caracol.

Cuando ven a una madrastra envidiosa,

a un perro gruñón o un murciélago rojo, 

los besos se desvanecen

dejando en el aire un polvillo de mariposa.


Del libro "Besos que fueron y no fueron"


Felices besos y feliz 2012.

Lisy.