viernes, 23 de octubre de 2009

Historia de un viaje relampago.

Por motivos profesionales, he tenido que realizar un viaje a Valladolid. En el transcurso de 26 horas hemos ido y vuelto a Valladolid, por carretera, cuatro varones y yo, en una monovolumen y asistido a un juicio. Frenético.

El viaje por carretera ha sido a la vez ameno y pesado, pesado por las horas sentada en el coche y el ruido que hacia la Viano, que a pesar de estar prácticamente nueva y contar con todo lujo de detalles ... algo tendría suelto la Viano para hacer semejante ruido, y ameno por la compañía y lo que nos hemos reído.

Llegando a Valladolid, se hacía la hora de cenar y decidimos parar, tan solo habíamos parado una vez para ir al baño, la excusa era esa, pero lo que realmente nos apetecía era fumar, el conductor no fuma y había que hacer algo, así que nos tuvo que entrar ganas de ir al baño para poder fumar. Preguntamos a la chica del peaje donde comer, y nos dijo un restaurante en Arevalo, que después resultó estar cerrado, evidentemente la chica era de allí, pues a la pregunta de si se comía mejor en Arevalo que en Valladolid, nos contestó, CLARO!!!. ¿Se quedaría alguien con ganas de que se viniera la rubia a cenar con nosotros?

Cenamos de maravilla, en el Figón de Arevalo, mi copa de vino, un Ribera del Duero buenisimo, siempre estaba llena, un duende me la debía llenar cada vez que giraba la cabeza, y yo como soy muy educada ... me la bebía. Dos botellas entre cuatro, huelga decir que el conductor no bebió apenas. El postre, de lujo, dos trufas del tamaño de un melocotón, que me negué a compartir con nadie, aunque después les deje probar un poquito, y un té verde, para mi alegría, cada vez es mas fácil encontrar té verde en un restaurante.

El momento surrealista llego después, debió ser el vino o el cansancio o las dos cosas juntas, en la radio del coche, gracias a la tecnología moderna y a un iPhone sonaba "el novio de la muerte"

Nadie en el Tercio sabía
quien era aquel legionario
tan audaz y temerario
que a la Legión se alistó
...

Quizá pueda parecer una tontería, pero en aquel momento, en la Viano, camino de Valladolid, con el cuerpo caliente por el vino, no podía dejar de reír.

Llegamos al hotel en los alrededores de Valladolid hacia las dos de la mañana, lloviendo, y aun nos fuimos a tomar una copa, a la mañana siguiente teníamos señalado el juicio a las 12:30, un par de Gintonics después estábamos jugando a los dardos, mira que tengo mala puntería. Hacia las tres de la mañana nos acostábamos, y a las 9:30 quedábamos para desayunar.

Ya en los juzgados, cumplimos con lo que habíamos ido a hacer, y hasta nos pusieron una multa en la ORA, sin mediar ni un café por medio, nos subimos a la Viano, en la que hemos pasado mas horas que en el Hotel, y para Valencia, pediré las fotos del viaje al Ministerio del Interior, ya que debemos tener fotos de todos los radares del trayecto.

Paramos a comer por Tordesillas, pitillo y bocata, con el último bocado aun en la garganta y de un salto estábamos otra vez en la monovolumen camino de Valencia, menos mal que la mayoría del viaje lo pasamos jugando con el iPhone al Uno, a la ida y a la vuelta, una paradita mas para "mear" (y fumar) y estábamos en Valencia, cada uno en su coche y para casa.

Que viaje!!!! Rendida estaba cuando llegue a casa, pero que bien lo he pasado, ahora para un final feliz, solo nos queda ganar el juicio, cruzaré los dedos, pues sería la guinda que le falta al pastel.

Lisy.

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